¡Llegamos a Tandil! Fue la voz al unísono cuando finalizó el viaje. El primer destino en tierra tandilense fue el cerro Centinela., conocimo su historia y escuchamos los latidos del Yanquetruz.
Al caer la noche, las linternas iluminaron nuestro primer juego nocturno.
La mañana siguiente, muy temprano –tal vez demasiado- nos encontró preparándonos para realizar el ascenso al Cerro Cristo Redentor.
Aún quedaba mucho por hacer por eso nos dedicamos a preparar la cocina rústica donde prepararíamos una exquisita carbonada –algo que no todos imaginábamos en comer-.
La distancia no fue impedimento para disfrutar con amigos hasta un cumpleaños.
¡Una experiencia inolvidable!